“Me practiqué un aborto hace un poco más de un año, fue una decisión rápida pues de la prueba de embarazo al aborto sólo pasaron dos horas. Nadie lo supo y nadie hasta ahora lo sabe... Después de eso he tenido dos abortos espontáneos y ya no puedo tener hijos, entonces ahora comprendo el error tan grande que cometí; pensé que al hacerlo rápidamente no sentiría ningún dolor porque no me había encariñado, pero no fue así”, Carolina.
El Síndrome Post-Aborto (SPA) es el resultado del aborto y afecta tanto a la madre como al padre. El aborto destruye el vínculo natural entre padres e hijos, quedando ambos con una sensación de vacío, lo que dificulta la relación de pareja (1).
Este síndrome puede sufrirlo cualquiera que haya perdido a un bebé por un aborto, o que se hayan encontrado cercanos a esa situación… hombres o mujeres, niños o ancianos. Sin embargo, en el caso de la madre el duelo es aún más difícil porque se debate entre su papel de protectora, y el otro, el que desempeña en la destrucción de su propio hijo.
El SPA presenta algunos síntomas que incluyen tanto manifestaciones psicológicas como somáticas (2).
Anorexia y pérdida de peso
Culpa y tristeza
Bulimia
Enojo y hostilidad
Náuseas y vómitos
Desesperación y pesimismo
Dolor abdominal y sensación de vacío
Ensoñaciones diurnas y nocturnas
Palpitaciones
Pesadillas y nostalgia
Sensación de opresión torácica
Disminución del deseo sexual
Cefaleas
Llanto, insomnio e hipersomnia
Tics (Enfermedad de Brisaud)
Pérdida de concentración y motivación
Pérdida de fuerza
Promiscuidad
Sin embargo, existe otro factor que hay que tomar en cuenta para detallar los síntomas del SPA, y es la edad de la mujer que abortó. Se dividen en dos grandes grupos (A y B), y además de los aspectos ya enlistados, pueden presentar estos otros, según la edad:
Autocastigo
Divorcio / Separación
Intentos suicidas
Depresión y/o angustia
“También es específica de este duelo la visión nocturna de sangre o ríos rojos, e incluso del mismo niño abortado. Es posible que el doliente escuche llantos y que al encontrar un niño de la edad que debería tener su bebé, presente algún tipo de estado de angustia o tristeza”, afirma Christian Enrique Schnake Ferrer, Psicólogo de la Fundación San Vicente de Paúl, en Santiago, Chile.
La sintomatología clínica aparecerá o se intensificará generalmente después de un año de efectuado el aborto. De cualquier forma, si no aparece después del año, persiste el riesgo de que en algún momento se presente.
Son detonantes emocionales para el SPA: la experiencia de un nuevo embarazo, la incapacidad para concebir a un nuevo bebé, la pérdida de un ser querido, fiestas o celebraciones de fuerte contenido emocional como aniversarios, cumpleaños, bodas, navidad, año nuevo…
Además de los síntomas, podemos distinguir claramente tres estadios o fases del SPA:
Estadio 1: Desasosiego y tristeza (“No tiene ni el alma ni el espíritu en paz”).
Estadio 2: Revive continuamente el momento traumático del aborto de un modo muy profundo, aunque pasen 5, 10, 15 años, recuerda la vestimenta de la enfermera, las paredes de la clínica… Se pregunta a menudo cómo sería el niño y suele tratar de justificarlo frente a sí misma diciéndose que no tenía otra opción.
Estadio 3: Depresión profunda, con gran sentimiento de culpabilidad, pérdida de interés por lo que antes le interesaba. Se piensa en el suicidio como un escape.
En México (y en general en el mundo) vivimos un contraste: por una parte promovemos la promiscuidad mediante las continuas invitaciones a hacer uso del condón, la píldora del día después y otras similares, la legalización del aborto… pero por otra parte, estigmatizamos socialmente a las mujeres (especialmente si son adolescentes) que resultan embarazadas.
Esas jovencitas no encuentran apoyo en ningún lugar: ni en su escuela, ni en su familia, y la única solución que encuentran es recurrir al aborto.
Debemos comprender lo que esa joven está viviendo, lo que siente, lo que sufre, para poder ayudarla. La solución no es el rechazo al recién concebido bebé y, por ende, el aborto… Porque si la mujer llega a ese extremo, las consecuencias en su psique y en su cuerpo serán más dañinas: con el aborto no sólo se elimina a un bebé… eliminas a tu bebé, a tu propio hijo, lo que para la mujer será muy difícil de aceptar.
El pretexto de que si es adolescente debe abortar, porque convertirse en madre tan pequeña afectaría su desarrollo normal, es un grave error. Las consecuencias de un aborto son mucho peores para la adolescente, que dar a luz a su hijo y luego, quizá, hasta darlo en adopción.
Si se quiere ayudar a una mujer que ya sufrió un aborto –ya sea espontáneo o provocado, porque el SPA se puede desarrollar en ambos casos–, hay que evitar en todo momento las frases de negación. La mujer tiene que vivir su duelo, tiene que llorar a su hijo, y debe enfrentar la situación, y no huir de ella, porque entonces la sensación de incertidumbre será peor. Frases como:
- Eres joven, puedes tener otros hijos.
- Embarázate enseguida.
- En vez de pensar en esto piensa en tus hijos sanos.
- Es mejor perderlo ahora que de mayor.
- Por suerte nació muerto, así no te encariñaste con él.
En lugar de ayudar a la mujer, la pueden lastimar. No hay que quitarle importancia al hecho: la realidad es que los padres perdieron a un hijo (no importa su edad o circunstancias), y esa pérdida causa dolor; un dolor que no es medible, ni comparable; que existe simplemente por esa estrecha unión entre padres e hijos, independientemente de si llegaron a conocerse o no.
Es más, muchas veces la duda: “¿cómo habría sido?”, mantiene abierta la herida, y no permite concluir la etapa de duelo.
El Dr. Hernández Gálvez, Médico-Cirujano y Psicólogo, especialista en Psiquiatría y Psicología Médica por la facultad de Medicina de la Universidad de Navarra, señala: “Ante un caso de Síndrome postaborto (SPA) se impone la actitud terapéutica y comprensiva. Junto al abordaje psicoterapéutico (no existe, a mi juicio, otra forma eficaz de ayuda para resolver el conflicto), deberá, como consecuencia de la elaboración psicoterapéutica, buscarse también la referencia a la ayuda espiritual, según la religión de la paciente. En el caso de pacientes ateas el proceso psicoterapéutico es más largo y doloroso”.
Tal vez es momento de reflexionar: ¿qué queremos para nuestras hijas, hermanas, tías, sobrinas, para nosotras mismas? ¿Queremos vivir toda nuestra vida con la conciencia de que matamos a nuestro hijo, o de que ayudamos a otra a matar al suyo? ¿Queremos pasar por esa etapa de sufrimiento y dolor, que muchas veces no termina nunca, y que nos persigue hasta nuestra muerte?
El aborto no es solución, nunca lo ha sido. Si tu hijo no estaba planeado, si no quieres conservarlo, no te dañes a ti misma y no lo dañes a él… permítele vivir, y permite que otras parejas que no han podido concebir, tengan la oportunidad de adoptar a esa criatura que, no importa si lo quisiste o no, es tu hijo.
(1) Defey, D; Rossello, D; Friedier, R; Núñez, M; Terra, C. (1996). Duelo por un niño que muere antes de nacer. UNICEF.
(2) Adaptado de: Gardner y Merenstein, "Handbook of neonatal Intensive Care", St. Louis, 1985.
Artículo tomado y adaptado de Catholic.net. El original puede ser visto aquí. Copyright © Catholic.net Inc.
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