Por: Rommel Andaluz Arrieche
Siendo el hombre un ser social por naturaleza se inclina espontáneamente al encuentro de los demás. En particular, el conocimiento y trato frecuente entre un varón y una mujer tiende naturalmente a engendrar un tipo de adhesión entre ellos, es decir, el establecimiento de alguna forma de unión o vínculo.
Estrictamente hablando, el ser humano está constituido sólo por dos elementos: uno físico (cuerpo) y uno espiritual (alma). En el componente espiritual (alma) es donde propiamente radica la interioridad de nuestro ser. Ahora bien, en esa interioridad es posible distinguir niveles: uno menos profundo, que corresponde a lo psicológico; y otro más profundo, que corresponde a la conciencia espiritual, el núcleo mismo de la persona. Y es en este último y más profundo nivel de interioridad del alma donde se integra todo nuestro ser: lo corporal, lo psicológico y lo espiritual en su sentido más estricto: la conciencia, la libertad, los ideales, las convicciones religiosas, las aspiraciones más íntimas del corazón, etc.
El tipo de adhesión que se establezca entre un varón y una mujer dependerá de aquel elemento constitutivo en el que se fundamenta el valor que “mueve o motiva” dicha adhesión, así como de su nivel de profundidad. En este sentido, podemos clasificar los tipos de adhesiones en:
Atracción: cuando el valor que motoriza la búsqueda de unión es lo corporal; es decir, lo puramente físico, exterior. En este caso, el elemento constitutivo que fundamenta la adhesión es el cuerpo, y tiene como finalidad el placer.
Enamoramiento: cuando el valor que motoriza la búsqueda de unión es lo psicológico; es decir, un primer nivel de interioridad del otro pero no su realidad más profunda. En este caso, el elemento constitutivo que fundamenta la adhesión son las cualidades psicológicas (forma de pensar, sensibilidad, chispa, emotividad, etc.), y tiene como finalidad el encanto o encantamiento.
Amor: cuando el valor que motoriza la búsqueda de unión es lo personal; es decir, la totalidad del otro, su mismidad, abarcando desde lo más exterior hasta lo más profundo e íntimo: integra su realidad física, psicológica y espiritual. En este caso, el elemento constitutivo que fundamenta la adhesión es el alma, y tiene como finalidad la felicidad del otro (del amado).
Los párrafos precedentes contienen el germen de los elementos que ayudan a discernir, a distinguir y valorar en su justa medida, los tipos de adhesiones. De hecho, constituyen un esbozo de dicho discernimiento.
Tratemos ahora de esquematizar en un cuadro aquellos puntos que caracterizan principalmente y permiten diferenciar la atracción, el enamoramiento y el amor. No se pretende abarcarlo todo ni agotar el tema pero sí se busca dar unas referencias útiles y breves para quien desee examinarse honestamente con cierta profundidad y sencillez en torno a estos tipos de adhesión.
Atracción | Enamoramiento | Amor | |
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En cuanto al tiempo requerido para su inicio, suele presentarse… | A corto plazo, es casi inmediato al conocimiento del otro. | A mediano plazo, a las pocas semanas o meses de haber conocido y estar tratando al otro. | A largo plazo, luego de conocer, tratar y compartir muchas vivencias (grandes y pequeñas) con el otro, por un periodo mayor a un año. |
Se fundamenta en… | La apariencia física del otro y el gusto que despierta en uno mismo. | Los sentimientos y emociones que el otro suscita en uno mismo. | La mismidad del otro, abarcando la totalidad del ser: su apariencia física, su vida psicológica, su vida espiritual. Y todo ello valorado en la persona del otro, no en referencia a uno mismo. |
Tiene como fin… | La obtención de placer del otro. No necesariamente placeres carnales ilícitos, pero busca el placer. Por ejemplo: contemplar la belleza física del otro. | El disfrute de la compañía del otro. No se queda en lo físico sino que va más a la "magia" que se siente "al estar cerca de y compartir con" el otro. | La felicidad del otro. Se desea y procura activamente el bien del otro por encima del propio bien. Por ello, se respeta profundamente la legítima libertad del otro. |
Tiende naturalmente a… | Poseer físicamente al otro. Por ello, corre el riesgo de someter al otro, de avasallarle. | Ocupar un rol importante (protagónico) en la vida emocional y sentimental del otro. Por ello, cae fácilmente en aislar al otro de las demás personas, en "cerrar" su círculo social. | Promover el pleno despliegue del otro. No se asumen actitudes calculadoras o autorrefentes respecto al otro. Busca contribuir al bien del otro desinteresadamente. |
Su proyección en el tiempo suele ser… | Nula o muy corta. Se agota en lo momentáneo, en el presente inmediato. Su duración está condicionada a la apariencia física del otro y, por tanto, expuesta al riesgo de acabarse en cualquier momento. | Corta o mediana. Está condicionada al bienestar emocional y sentimental que se experimente junto al otro. Está un poco menos expuesta al riesgo de terminarse en cualquier momento -comparada con la atracción- pero no cuenta con la suficiente solidez como para resistir grandes adversidades. | Perpetua, de por vida. No se agota en lo momentáneo ni está condicionada a nada. Es extremadamente fuerte, capaz de resistir las más duras pruebas y adversidades, incluso hasta la misma muerte. |
La etapa de la vida en que suele presentarse es… | La pubertad y los primeros años de la adolescencia. Se da también en etapas posteriores de la vida pero con menor fuerza y dando paso luego al enamoramiento y al amor. En personas muy inmaduras, con una psicología y espiritualidad pobres, suele ser el principal tipo de adhesión incluso hasta la edad adulta. | La etapa final de la adolescencia y el inicio de la edad adulta. Se da también en el resto de la edad adulta y en la vejez pero suele dar paso, luego de un cierto tiempo, al amor. Sin embargo, en adultos inmaduros suele darse un "estancamiento" en este tipo de adhesión, sin llegar al amor. | La edad adulta y la vejez. Es difícil, aunque no imposible, que se dé en etapas precedentes de la vida. Requiere un cultivo laborioso, prolongado y exigente, propio sólo de aquellos que han alcanzado la madurez personal, el dominio propio y una visión profunda y serena de la vida. |
Algunas palabras claves para entenderla son… | Deseo, Pasión, Pulsión Ciega. | Emoción, Sentimiento, Idealismo. | Libertad, Don de Sí, Fidelidad, Trascendencia. |
Expuestas estas cosas, querido lector, te toca ahora asumir el rol protagónico y realizar el trabajo de crecimiento personal, maduración y discernimiento para vivir tu propia vida con profundidad. Y aunque a algunos pueda parecer innecesario, pienso que vale la pena recordar que la plenitud y meta de la vida humana es el Amor, y el Amor sólo es posible ponerlo por obra, practicarlo, si vamos amando mientras recorremos el camino. En efecto, como bien afirmó Aristóteles: "Todo lo que hemos de hacer después de haberlo aprendido, lo aprendemos haciéndolo, como, por ejemplo, llegamos a ser arquitectos construyendo, y citaristas tañendo la cítara" (Ética Nicomaquea, Libro II, Cap. I).
Si me pides que te sugiera una lectura que te ayude a ahondar en la importancia del Amor en nuestra vida, te diría que leas el texto de Rafael Tomás Caldera que utilicé como base para dictar el Taller sobre la Vocación Fundamental del Ser Humano al Amor Verdadero.
Que el Señor y la Santísima Virgen nos bendigan y acompañen siempre. Amén.
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