Son varias las teorías que se han construido a lo largo de la historia humana en torno a la homosexualidad, pero la investigación más importante apenas comenzó el siglo pasado con el desarrollo protagónico de la psicología. Los estudios sobre la homosexualidad no están exentos de influencias ideológicas y de sus distintas interpretaciones.
En medio de esta confluencia de teorías contemporáneas, pretendemos exponer en líneas generales nuevas posturas ante la homosexualidad. En este artículo se intercambian como sinónimos los términos “homosexualidad” y “atracción al mismo sexo” (AMS).
La postura que se tome ante la homosexualidad dependerá fundamentalmente de las pre-concepciones que cada uno de nosotros tenga sobre ella y, de manera más radical, en la relación que sostengamos actualmente con la persona en cuestión. Los medios de comunicación marcan fuertemente nuestras opiniones y expectativas. ¿Necesita realmente algún tipo de “ayuda” esta persona?
Por la razón que sea -un encuentro inesperado, la confianza que esta persona ha depositado en nosotros, un hallazgo revelador que confirma nuestras sospechas-, ahora sabemos algo nuevo sobre ella. Pero, ¿hay alguna causa para su homosexualidad?
Para tratar el tema de las causas, abordaremos los factores esenciales que pueden conducir al desarrollo de los deseos homosexuales. Esta clasificación ha sido retomada de la experiencia y obras del psicólogo estadounidense Richard Cohen, uno de los pioneros en la investigación de la AMS. Cohen aclara que nunca es un único factor el que entra en juego —afirmar esto sería un reduccionismo— sino una compleja interacción afectiva, familiar, constitutiva y social.
De acuerdo con diversos autores (Socárides, Nicolosi, Hallman, Cohen), esta atracción es un intento reparativo por sanar las heridas emocionales del pasado y llenar las necesidades afectivas que no fueron satisfechas oportuna o correctamente por personas de su mismo sexo; son particularmente importantes las relaciones con el padre del mismo sexo y los compañeros de la infancia y adolescencia.
Cualquiera que experimenta AMS busca vincularse con alguien del mismo sexo para completar las etapas del desarrollo psico-sexual y psico-social que no fueron satisfechas plenamente, o en las que aún encuentran obstáculos que no han resuelto.
No existen aún estudios concluyentes sobre la aportación genética en la homosexualidad, pero sí puede ocurrir una “herencia” que se ha manifestado por generaciones. Así, las heridas de los padres, los asuntos familiares sin resolver y la interpretación de la dinámica familiar por parte del niño, pueden concretar un matiz hereditario de la homosexualidad.
Sin embargo, también hay que resaltar que hay personas que nacen con un temperamento y predisposición hacia el rechazo y la exclusión. Parece pertinente aclarar que la genética, si bien predispone, no determina. Ser más propenso a desarrollar una característica particular no será suficiente para que ésta se presente, a menos que se encuentre un ambiente fértil para su instauración.
La hipersensibilidad es un rasgo frecuente en las personas con AMS. Esto se puede constatar por una naturaleza artística y creativa, una dificultad para la independencia y una muy profunda vivencia de las emociones.
No todo niño sensible desarrollará AMS, pero los niños varones con AMS suelen ser más sensibles, pasivos, menos agresivos y son un blanco fácil para los etiquetamientos de sus compañeros. También son particularmente vulnerables al rechazo paterno y la creación de dependencias infantiles con la madre.
El Dr. Joseph Nicolosi, otro estudioso de la homosexualidad masculina y co-fundador de NARTH (Asociación Nacional de Investigación y Terapia de la Homosexualidad, www.narth.com), habla de lo que él denomina la “relación triádica” o “triángulo de la AMS masculina”. Se trata de un sistema familiar frecuentemente encontrado en torno a un hombre con AMS.
Si bien este sistema familiar no es condicionante de la homosexualidad, sí es una base pre-homosexual donde puede desarrollarse la AMS. La relación triádica es la siguiente: un hijo sensible, una madre a la que está demasiado vinculado y un padre del que está distanciado emocionalmente.
Por otra parte, la Dra. Janelle Hallman —investigadora y terapeuta de la AMS femenina— confirma que hay rasgos que comparten la homosexualidad masculina y femenina, principalmente en torno a los vínculos insatisfechos con los padres. Sin embargo, homosexualidad masculina y femenina tienen una génesis distinta, dado que, como hombres o mujeres que son, no reaccionan de igual forma.
Por ejemplo, en la AMS masculina suelen imperar las áreas física y erótica, mientras que en la AMS femenina la atracción suele comprometer las áreas emocional y sentimental. En palabras muy escuetas podría decirse que lo que un hombre con AMS no ha desarrollado es su identidad sexual, mientras que en la mujer con AMS no ha llegado a construirse siquiera la más radical identidad personal.
Aquí nos referimos a un vínculo desproporcionadamente fuerte entre el padre del sexo opuesto y su hij@. Así, los hijos varones se vuelven más cercanos a su madre, interiorizan la feminidad de ésta, y rechazan la masculinidad de su padre. En el caso de las hijas, ellas crean un vínculo mucho más fuerte con su padre, y se distancian de la madre. Pueden percibir un rechazo por ser niños o niñas y, consciente o inconscientemente, modelarán la conducta del sexo deseado por sus padres para ajustarse a sus expectativas.
Ante la carencia de un vínculo emocional seguro entre el hijo y su padre y la hija con su madre, respectivamente, el hijo se aparta de la masculinidad de su padre y la hija rechaza la feminidad de su madre, adoptando como propias las características del padre del sexo opuesto. Esto puede suceder por varias razones.
Si existe una conducta abusadora o hay indisponibilidad física o emocional del padre del mismo sexo, el hijo o la hija acabarán modelando las características del padre del sexo opuesto que les resulten menos agresivas o más atractivas como modelo a seguir. Estas heridas homo-emocionales son el núcleo de la AMS, e impiden interiorizar el amor y el sentido de masculinidad o feminidad.
Cuando dentro de la familia existen desprecios, abusos y señalamientos negativos hacia uno de los hijos, particularmente entre los hermanos, éste se sentirá atacado e inferior a ellos. Se percibirá como indigno de cariño, raro y poco valioso; se vuelven complacientes, intentan allanar las dificultades entre los padres y los hermanos; terminan siendo los conciliadores de la paz familiar a expensas de su propia felicidad.
La imagen corporal tiene una gran importancia en lo que atañe a la AMS. Las discapacidades físicas, falta de habilidades motrices y deportivas, una demasía o falta de altura, delgadez o sobrepeso, son sólo algunas de las más comunes situaciones que deforman la auto-imagen infantil (y que persisten en la vida adulta).
Entre estas heridas se cuentan el señalamiento de los demás con desprecio y poniendo en ridículo a algún compañer@. Este mecanismo permite al agresor obtener un sentido de poder y afirmación sobre los demás, pero estas “etiquetas” golpean y desvirtúan al agredido: el destacado rendimiento escolar, una gran habilidad atlética en las mujeres, un defecto de la misma en los hombres, ademanes masculinos en las mujeres y amaneramientos en los hombres, etc., son sólo algunos ejemplos. Si combinamos el constante bombardeo de dichas etiquetas y la hipersensibilidad de estos niños, la probabilidad de interiorizar dichas etiquetas y apropiarlas como ciertas será mucho más alta.
Por heridas culturales se entiende la difusión un tanto a la ligera de los medios de comunicación sobre la homosexualidad. Los sistemas educativos, la acción política, los medios de entretenimiento y difusión masiva no aclaran las causas de la homosexualidad. Es también una realidad que las personas con AMS están siendo relegadas por la homofobia, la intolerancia y la desinformación.
Este discurso ha sido empleado múltiples veces sin una adecuada comprensión de la realidad homosexual, sin contar con la historia que cada una de estas personas con AMS ha vivido. La libertad debe ser respetada, sin caer ni en el relativismo subjetivista ni en la indiferencia disfrazada de tolerancia.
Cuando ocurre un abuso sexual, el abusador suele ser una persona cercana al grupo familiar y que ha notado la necesidad afectiva del niño o niña en cuestión. El niño que no encuentra vínculo en su hogar puede ser blanco fácil de un abusador, pues está buscando vías alternas para recibir afecto. En el abuso sexual, esta demanda queda frustrada al entregar la confianza a una persona por la que es traicionad@.
El niño puede interpretar de varias maneras esta agresión: puede culparse por haberlo “propiciado”; sentir remordimiento por el placer experimentado; prometerse a sí mismo no confiar nunca más. Todo esto crea una gran confusión.
En el caso de las niñas, el abuso destruye la confianza en los hombres por lo que, para no volver a ser lastimadas, niegan la posibilidad de obtener afecto apropiado de parte de ellos. Si bien el abuso sexual es un factor que se ha observado con frecuencia en el desarrollo de la AMS, no es un pre-requisito para tener dicha atracción.
Puede tener particular influencia, bajo la percepción del niñ@, el divorcio de sus padres, la muerte de uno de sus progenitores, el ser adoptad@, el rechazo de los que profesan su religión y de los compañeros del sexo opuesto. Por su hipersensibilidad, captan todas estas situaciones como un rechazo personal y se auto-culpan por lo sucedido. El niño desvinculado de sus padres suele desligarse de las creencias religiosas que ellos profesan.
En los intentos fallidos por recibir aprobación de un hombre o una mujer, esto es, en los intentos infructuosos por buscar pareja, puede encerrarse un patrón de inseguridad que aparte a un hombre de sentirse como hombre y a una mujer de sentirse como mujer.
Cómo respondamos ante un ser querido, un completo desconocido o una persona de la que tengamos nuestras fundadas sospechas, dependerá de la actitud e información que poseamos sobre la génesis de la homosexualidad. En este punto crucial los caminos se diversifican. Se abre la senda de la libertad de los demás y el reconocimiento genuino de que cada mujer y cada hombre tienen el derecho de elegir cómo y con quién quieren entablar su vida sexual.
Ahora bien, cuando se trata de una relación homosexual, detrás de la postura liberal suelen encontrarse dos marcadas vertientes: una inclusiva, que tras una tolerancia ultrajada y mal entendida disfraza la comodidad de la indiferencia, rezando así: “mientras no nos afecten, que hagan lo que quieran”.
La segunda postura es la de una sincera aceptación de la persona, pues sabemos que no deja de ser él o ella, y la apreciamos en su totalidad. Sin embargo, aceptar no es sinónimo de aprobar. Aceptar significa dar cabida a una realidad, en lugar de negarla, rechazarla o huir de ella. Los duros juicios de rechazo y condena formulados contra la tendencia y actividad homosexuales no construirán nunca el puente de diálogo, sino que, por el contrario, acrecentarán cada vez más la brecha que nos separa de la comprensión de la homosexualidad.
Es muy difícil aceptar los sentimientos homosexuales y ponerse en una situación vulnerable. Siente miedo por lo que pensarían sus padres y los demás si se enteraran de su secreto. Tiene una gran necesidad de abrirse y hablar. Quiere cariño, aceptación y aprobación. Muchos hombres y mujeres con AMS tienen una pareja del mismo sexo con quien desean pasar el resto de su vida. Otros forman parte de la comunidad gay.
Algunos viven solteros, mientras otros han guardado silencio, se han casado y tienen hijos. Algunos más se han declarado ante sus matrimonios y familia. Otros se han quitado la vida. ¿Qué hacer ahora que lo sabemos? Surgirán preguntas como: ¿lo trato diferente, o seguimos como antes?, ¿se puede quedar en casa?, ¿qué hago con su pareja?, ¿cómo lo trato?, ¿se contagia?, ¿debo alejarme de él o ella?, ¿estoy ayudándole o haciéndole daño si lo apruebo?, ¿necesita que yo le ayude, o qué hago?
Aquí empieza a fraguarse la disposición para comprender qué es la homosexualidad y cómo amar a un ser querido con AMS. La decisión de vivir activamente la homosexualidad o esforzarse por recorrer un camino de re-descubrimiento de la propia masculinidad o feminidad es indiscutiblemente personal. Cuando alguien al que queremos ha adoptado una identidad homosexual, será coherente y justo respetar su decisión y seguirlo amando.
La aceptación que no ha encontrado en años la ha encontrado entre otros que no rechazan su homosexualidad. Por otro lado, si se trata de alguien que se cuestiona el porqué de su orientación sexual, ya sea porque se haya desilusionado en la comunidad gay o porque no está satisfecho con su atracción, antes de apoyarle con cualquier opción, deberíamos escucharle.
En lo que respecta al apoyo psicológico, existen, entre otras, la terapia de afirmación de la homosexualidad y también la terapia de reorientación y afirmación de género. En la primera, se le brindarán las razones y herramientas para que acepte su homosexualidad y decida cómo quiere vivirla. Por otro lado, a través de la terapia de reorientación o de afirmación de género, se le dirigirá y apoyará por un camino de aceptación y exploración personal en el que descubrirá las posibles razones por las que ha desarrollado la AMS.
Además, podrá reafirmar su identidad masculina o femenina de acuerdo con sus objetivos personales. Es importante no insistir en que alguien acuda a una u otra terapia si no lo desea. Es una decisión libre que recae en la persona interesada en la terapia. Una vez que decida lo que quiere, con toda la información posible, podemos brindar apoyo para encontrar un terapeuta de su preferencia.
Por otro lado, la terapia familiar en lugar de la meramente individual podría ser también una muy buena opción. Recordemos que la AMS es una situación familiar, y la resolución de conflictos familiares puede acelerarse con la implicación de toda la familia.
¿Qué tan dispuestos estamos realmente a comprender la homosexualidad? El conocimiento derriba la indiferencia y el miedo; en definitiva, abre la puerta para el diálogo y el amor.
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Médico y estudiante de Filosofía por la Universidad Panamericana. Miembro de Sexualidad Integral, SI, A.C., dedicada a la investigación, educación y asesoramiento en temas de sexualidad. Organizador del Congreso “Comprendiendo la Homosexualidad”, Ciudad de México, Mayo 2008. Miembro de NARTH (National Association for Research and Therapy of Homosexuality). Ensayista e investigador del área antropológica de la sexualidad.
Artículo publicado en Courage (en español). Copyright © Courage.
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