¿Sabes cuál es la diferencia entre el barro y la Roca? Al barro, cualquier lluvia lo diluye, cualquier torrente lo lleva por las mil veredas de los caminos, cualquier bache de terreno, lo transforma en un charco; en cambio la roca se mantiene firme ante las tempestades, se levanta como un baluarte después de una tormenta, como un desafío al mar y ante la impetuosidad de las olas. Así son los hombres , flacos o fuertes, como el barro y la roca.
Los primeros nos hablan de las debilidades, de apatías y comodidades, de dejar llevarse por la contrariedad, la tendencia habitual de ir hacia lo más cómodo y de sustituir lo mejor por lo más fácil. Nos hablan de esa inclinación a permanecer a merced de las opiniones ajenas, a dejarse llevar por los sentimientos y las depresiones, permaneciendo estancados, como charcos, frente a cualquier obstáculo.
Los hombres de Roca se mantienen firmes en medio de las dificultades, son fieles a sus principios y objetivos en los ambientes más adversos, no pierden su identidad al enfrentarse a las mareas contrarias de la opinión pública. Las turbulencias de la vida no lo derrumban, sino que resaltan aún más su fortaleza.
Con razón el evangelio compara la vida de los hombres débiles y de los fuertes con aquellos que edifican su casa sobre arena blanda e inconsistentes o sobre la roca, la sólida y segura (Cfr. Mt 7, 23-27). ¿A qué clase de hombres perteneces? ¿qué tipo de hombres y de mujeres estás formando en tus hijos y alumnos: inconsistentes como el barro o sólidos como la roca? El Hombre es un ser maravilloso, rico de elementos diversos y formado por miles de matices, que requieren atención y adiestramiento adecuados. Cuando está armónicamente equilibrado, estructura una personalidad fuerte; y cuando está imbuido de fe, conforma un hombre o una mujer íntegros, ordenados y rectos. Por el contrario una persona que se deja llevar por sus sentimientos o por sus instintos, sin dejar que la voluntad juegue el papel que le corresponde, internamente es desordenada, sin armonía.
Quizás te estés preguntando, ¿realmente se puede lograr esta armonía en la persona? Yo te respondo: piensa en los grandes hombres que a lo largo de la historia han sido y siguen siendo auténticos guías de sus hermanos. No es necesario remontarse al siglo XV, están a tu lado.
Contempla el ejemplo del recordado Juan Pablo II, que a lo largo de sus años de pontificado demostró ser un líder y guía infatigable. Cuando se le vio o escuchó, incluso después de su muerte, es recordado como un verdadero guía y amigo.
Se puede agregar otros nombres a nuestra lista de ejemplos: Madre Teresa de Calcuta, el rey Balduino, Tomás Moro…y ojalá en algunos años veamos escrito el nombre de tu hijo o de tus alumnos.
¿Sueñas que tus hijos y que tus alumnos poseen una gran responsabilidad? ¿Que son hombres y mujeres de una pieza, auténticos,maduros, coherentes con lo que creen y con lo que obran? ¿Qué son hombres realizados y felices? Seguramente tu respuesta es Sí, porque de lo contrario no estarías iniciando este curso…
José Luis Martín Descalzo, en uno de sus famosos libros escribe: “…No es cierto, como muchos piensan, que la dicha puede encontrarse como se encuentra por la calle una moneda o que pueda tocar como una lotería, sino que es algo que se construye, ladrillo a ladrillo, como una casa”.
Nuestro propósito es ayudarte a formar en ellos una personalidad como la de esos grandes hombres y mujeres. Queremos ayudarte a construir una casa sobre roca.Pretendemos brindarte algunas herramientas que te sirvan para formar a tus hijos y alumnos integralmente, con inteligencia, voluntad, carácter, sentimientos, conciencia moral y religiosa, y hacerlo de una manera armónica.
Muchas veces los padres de familia y profesores pensamos que el amor a los hijos o a los alumnos se demuestra dando todo lo que ellos quieren y hasta más e incluso, se trata de evitar todo sufrimiento “para que sean felices”; pero con esto creamos hombres sin estructura, sin voluntad, sin capacidad de sacrificio. El verdadero amor a los hijos no es ése. El verdadero amor a ellos está en dejarles lo más grande que poseemos, es darles las herramientas apropiadas para que puedan caminar triunfantes por la vida.
Miguel Ángel Cornejo cuenta que un joven pidió a su padre que lo llevara a conocer la cima de una alta montaña. El padre pensó en los grandes riesgos que esto implicaba y el esfuerzo que costaba, por lo que rentó un helicóptero para llevar a su hijo al volcán. El joven vio todo el paisaje, pero con poco asombro. Para apreciar mejor la experiencia, debería haber escalado la montaña desde la madrugada, para que, al medio día, después de haber alcanzado la cima sudoroso y agotado, hubiera disfrutado el gozo de alcanzar la cumbre de la montaña con su propio esfuerzo. ¿No nos pasa eso también a nosotros como padres de familia y como formadores? Por ello, en este sencillo curso “Herramientas para educar en las virtudes”, te presentamos algunas de las virtudes más importantes que servirán en la educación de tus hijos y de tus alumnos para prepararlos ante la vida.
Quizá tú, como nosotros, has asistido a conferencias sobre estos temas o leído libros de formación y te habrás preguntado qué más puedo hacer. Aquí no queremos dar más teoría sino ayudarte a poner en práctica algunas formas concretas para la formación de las virtudes y valores en tus hijos y alumnos. Recuerda que lo más importante no es tanto el contenido intelectual que encuentres en este curso, aunque te daremos suficientes documentos para ampliar el tema, ése no es el fin de nuestro curso. Lo más importante es hacer algo concreto para que tus hijos y alumnos sean hombres y mujeres que sepan estar a la altura de los retos que la vida les presente.
1. Los hijos y/o tus alumnos son un tesoro que Dios te ha concedido y del que deberás rendirle cuentas. Él es quién, a través de sus inspiraciones, va formando en cada uno ese hombre que siempre ha soñado, de aquí la importancia de formar en ellos una conciencia recta capaz de escuchar la voz de Dios y una voluntad sólida para siempre responder Sí al plan divino.
2. La receta exitosa no existe, pero juntos podremos luchar por este mismo ideal, mismo objetivo y misma meta.
En la vida diaria, cuanto más sofisticado es un utensilio, más complejo es su uso. Uno no sabe por dónde comenzar a usarlo. El siguiente curso no causará estos quebraderos de cabeza. No pretendemos que sólo obtengas un diploma, que es importante; la mención honorífica la obtendrás viendo a tus hijos y alumnos formarse como esos gigantes de los que ya hemos hablado.
1. Las sesiones están divididas en siete temas. Cada uno describe la formación de un aspecto de la persona, así como la virtud que la acompaña. Cada tema equivale a un mes de formación (esto es para el momento de aplicar los consejos formativos con los hijos o alumnos).
2. Autoanálisis. Al inicio de cada sesión te presentamos un cuestionario para analizar el papel que representas como formador . Te ayudará a descubrir tus fuerzas y debilidades en esta área específica de formación. Te recomendamos al final del curso regresa al cuestionario y compara los resultados que has obtenido después de un mes de trabajo constante aplicando las herramientas que te proponemos.
3. Señales de peligro. Una vez que hayas contestado las preguntas del autoanálisis, encontrarás una breve explicación del área de formación y la virtud correspondiente. Verás también “señales de peligro”, es decir enemigos o dificultades que los niños y jóvenes podría encontrar en su existencia. Después te ofrecemos pautas muy prácticas para lograr la formación de dicha área y virtud.
4. Propósito. Incluimos una serie de propósitos para que tus hijos y/o alumnos los llevan a cabo, uno por semana, y así trabajen en esa virtud. Es conveniente que al final de la semana hables con ellos para ver cómo han cumplido su propósito, qué dificultades encontraron y determinar con ellos el siguiente propósito de la semana.
5. Autodiagnóstico. Si ya hemos evaluado a los chicos, es conveniente evaluarnos a nosotros mismos en el papel de formadores. Responde nuevamente las preguntas del cuestionario de autoánalisis y constata el progreso obtenido.
1. Para calentar motores iniciemos con una revisión personal ya que “nadie da aquello que no tiene” y como nuestro objetivo es Formar a “hombres roca” ,es decir, la búsqueda de un crecimiento integral de la persona según la concepción cristiana del hombre (espiritual, humana, intelectual y apostólica social); se propone el siguiente cuestionario:
Siendo un principio cristiano formar hombres dotados lo más completamente posible en las virtudes y valores humanos, hay que trabajar asiduamente para obtener un desarrollo humano integral que sirva de base sólida a la acción sobrenatural de la gracia. Para lograr esa formación humana, debemos esforzarnos por alcanzar: el conocimiento real y objetivo de sí mismos, de nuestras posibilidades y limitaciones; la aceptación de sí mismos, que permita trabajar con realismo y serenidad en la propia superación; el orden recto entre el mundo instintivo, los sentimientos y emociones, y las facultades superiores de la inteligencia y de la voluntad; un carácter recio y una voluntad iluminada por la luz de la razón y de la fe, clara en sus objetivos y tenaz y decidida para conseguirlos; una conciencia rectamente formada.
1. ¿Me conozco a mí mismo (a)? ¿Me acepto como soy? ¿Trabajo con firmeza en superar mis defectos? ¿Conozco mis cualidades?
2. ¿Conozco las exigencias de mi estado de vida: como hijo (a), esposo(a), padre (madre), en mi trabajo profesional? ¿Las cumplo con agrado, dedicación, alegría y sentido sobrenatural?
3. ¿Tomo en cuenta las necesidades y derechos de los demás? ¿suelo oponerme a las iniciativas y entorpezco la labor del grupo?
4. ¿Soy una persona de voluntad o ante la mínima dificultad retrocedo? ¿Soy pesimista? ¿pienso frecuentemente en mis fracasos, en mis metas no logradas?
5. ¿Sé tomar decisiones o vivo de mis sentimientos? ¿Vivo por convicciones o de acuerdo a las circunstancias de mi vida?
6. ¿Me dejo llevar por las costumbres de mi ambiente social o profesional o vivo de fe y principios?
1. ¿Me preocupo por cultivar mi inteligencia?¿Estudio y me capacito para superarme?
2. ¿Soy capaz de analizar las situaciones, los problemas? ¿Doy pronta solución? ¿Acepto las consecuencias de mis decisiones?
3. ¿Soy capaz de pedir consejo? ¿O creo que tengo todas las respuestas? ¿recurro a personas que realmente pueden orientarme cuando lo necesito?
4. ¿Resisto los embates del medio ambiente, manteniéndome firme en mis principios? ¿Defiendo la institución del matrimonio, la familia, el derecho a la vida, los derechos humanos?
5. ¿Mi actitud es firme y receptiva a la vez? ¿O soy inflexible e incapaz de escuchar y tomar en cuenta otras ideas?
6. ¿Me preocupo y pongo los medios necesarios para adquirir una formación intelectual adecuada a las necesidades de mi estado de vida?
1. ¿Cómo es mi conciencia? ¿es recta, delicada, exigente? ¿O he permitido que se vuelva laxa, confusa, escrupulosa?
2. ¿Me preocupo por formar mi conciencia? ¿Conozco los principios morales cristianos? ¿Consulto cuando tengo duda?
3. ¿Permito que el medio ambiente o lo que está de moda influya en mis criterios? ¿Claudico por comodidad, conveniencia, respeto humano?
4. ¿aplico mis criterios morales en mi vida diaria?
5. ¿Hay contradicción en mi vida entre lo que soy, lo que debo ser y lo que quisiera ser? ¿Por qué?
6. ¿Soy sensible a la miseria que encuentro en el mundo?¿agradezco a Dios todo lo recibido y estoy consciente de que algún día rendiré cuentas de todo lo recibido? ¿ Promuevo con acciones concretas los valores cristianos?
1. ¿Son mis criterios los de Jesucristo? ¿Es la norma de mi vida cumplir su voluntad? ¿es él el sentido de mi vida?
2. ¿Conozco las enseñanzas de la Iglesia? ¿Estoy al tanto de sus directrices y las obedezco?
3. ¿Vivo la realidad de ser parte del cuerpo místico de Cristo con responsabilidad, entrega y generosidad?
4. ¿Conozco la doctrina social de la Iglesia? ¿ La aplico a los diferentes campos en que me desenvuelvo? ¿Procuro difundirla?
Artículo tomado y adaptado de Catholic.net. El original puede ser visto aquí. Copyright © Catholic.net Inc.
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