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Orientación Familiar, Lo que Debe Ser y Lo que No

Autor: Rommel Andaluz Arrieche

 

Orientación Familiar, Lo Que Debe Ser y Lo Que No

 

La Orientación Familiar

 

Tal como afirmamos en otro de nuestros artículos, la Orientación Familiar es una forma de psicoterapia dirigida a fortalecer las capacidades y los vínculos que unen a los miembros de un mismo sistema familiar, con la finalidad de que éstos resulten sanos, eficaces y capaces de promover el crecimiento personal de cada uno de los miembros de la familia y de sus lazos afectivos y emocionales.

 

La familia es, sin lugar a dudas, la base fundamental de la sociedad. En ella el ser humano crece y se desarrolla, recibe educación, aprende los valores e inicia la socialización. En la familia, cada uno de sus miembros es amado y valorado por lo que es, es decir en cuanto persona y no por lo que tiene o lo que pueda dar materialmente.

 

El estado en que se encuentren las familias de una región determina la situación, ya sea buena, regular o mala, en que se encuentra dicha sociedad. Por tanto, todo aquello que favorezca el bienestar a las familias repercutirá positivamente en el conjunto de la sociedad; y aquello que debilite o perjudique a las familias dañará también a la sociedad.

 

Dado que el ser humano no es una creatura puramente material (cuerpo) sino también espiritual (alma), es lógico que el bienestar de la familia no se refiere únicamente a la posesión y goce de bienes materiales y servicios, sino también de la armónica relación interpersonal entre sus miembros, de la vivencia y transmisión de los valores, y el desarrollo integral del ser humano, incluida su espiritualidad.

 

Las verdades contenidas en los párrafos precedentes resultan lógicas y claras para casi todas personas, al menos desde el punto de vista teórico. Sin embargo, si examinamos con un poco de detenimiento el mundo en que vivimos, nos percatamos rápidamente de la existencia de un ambiente verdaderamente hostil y contrario a la familia en múltiples aspectos.

 

Ejemplos claros de ello los tenemos en el creciente materialismo, los anti-valores promovidos muchas veces en los medios de comunicación a través de publicidad cargada de erotismo, telenovelas en las que se muestra la infidelidad conyugal como una “viveza” o un “juego sentimental divertido”, el deseo desmedido de dinero y poder como ideal de vida, series o películas que promueven la ideología de género (homosexualidad, bisexualidad, etc.), la exhibición irrespetuosa de la vida privada en los reality shows y un largo etcétera de material verdaderamente deformante y contrario al genuino bien humano.

 

Es verdad que también los medios muestran algunos contenidos positivos, educativos, enriquecedores y sanamente recreativas pero a todos resulta evidente que son una notable minoría. Otro factor importante que está afectando notablemente a las familias en la actualidad es la disminución del tiempo que dedican los padres a compartir entre ellos como esposos, así como con sus hijos. Asimismo, la propagación cada vez mayor del consumo y tráfico de drogas lícitas (alcohol, nicotina, etc.) e ilícitas (estupefacientes en general) amenazan también de manera creciente el bienestar de las personas y las familias.

 

A la luz -o mejor dicho, a la sombra- de las amenazas y ataques de que es objeto la familia en la actualidad, se hace evidente la necesidad e importancia de la orientación familiar en nuestros días. De hecho, la demanda de estos servicios ha aumentado de manera notable en los últimos 15 años. En efecto, cada vez son más las personas que se sienten desbordadas por las dificultades que viven en su relación matrimonial y en la educación de sus hijos.

 

Pasemos ahora a considerar lo que debe ser y lo que no, de esta forma de psicoterapia.

 

Lo que Debe Ser

 

La orientación familiar ha de ser una ayuda para el crecimiento personal -principalmente de los padres- mediante el planteamiento y puesta en práctica de un proyecto de vida personal y familiar acorde con los valores: las virtudes y el bien moral. De esta manera, se procurará eficazmente el bienestar de padres e hijos, ya que se dará un genuino crecimiento en cada uno de los miembros de la familia.

 

Esta ayuda profesional ha de concientizar acerca de la especial responsabilidad de los padres en la crianza y transmisión de valores, pues son ellos los primeros y principales educadores de sus hijos. También ha de ayudar a los padres a comprender que la formación de la personalidad y de la conciencia moral del ser humano es una labor que abarca toda la vida, no termina al alcanzar cierta edad (juventud, madurez, etc.) sino que se prolonga hasta el final de nuestros días.

 

Lo que No

 

En ningún momento la orientación familiar ha de ser considerada como una sustitución de los padres, en sus responsabilidades educativas, por parte de los terapeutas. Tampoco ha de ser un ámbito que pase a ocupar el lugar de diálogo indispensable entre los padres y los hijos. Ni un intento de forzar a que los hijos se comporten bien, con independencia de las conductas erróneas de sus padres.

 

Por otra parte, tampoco ha debe ser considerada como un servicio al que sólo se acude en situaciones de “emergencias graves”. Es lógico que las personas busquen ayuda profesional ante las crisis familiares, pero la orientación familiar es una labor que requiere de un trabajo sostenido por una temporada prolongada. De hecho, en la mayoría de los casos son necesarias al menos 2 sesiones para comenzar a ver los resultados, y más de 4 – 8 sesiones para que esos resultados se vayan consolidando.

 

En cualquier caso, ha de quedar claro que la orientación familiar no se limita al trabajo en el consultorio sino que ha de continuarse en el hogar, pues los cambios y las mejoras no se dan por arte de magia sino como fruto del crecimiento personal de los interesados, y esto es algo que no se queda en las palabras sino que ha de manifestarse con obras concretas.

 

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